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Compañeros:
Hoy efectuamos una sesión plenaria del Comité Central del Partido para analizar y decidir
la importante línea estratégica dirigida a anticipar el triunfo de la causa revolucionaria del Juche emprendida en
el monte Paektu, de acuerdo a las exigencias de la situación actual y de la revolución en desarrollo.
Bajo la acertada dirección de los grandes compañeros
Atemorizado por el gran ímpetu de nuestro Ejército y el resto de los ciudadanos quienes,
confiados, avanzan hacia la victoria definitiva siguiendo la dirección del Partido, el enemigo moviliza todos sus
potenciales político, económico y militar para su desenfrenada maniobra encaminada a aislar y sofocar a nuestra
República, lo cual la ha llevado al borde de una guerra.
En este momento enfrentamos la importante tarea de lograr decisivas victorias en el
enfrentamiento total con Estados Unidos para frustrar las cada día más siniestras maquinaciones con que el enemigo
pretende asfixiar a la República y glorificar eternamente a la patria socialista del Juche como potencia Paektusan
(inspirada en el vigor del monte Paektu –N.T) que nadie en el mundo jamás se atreva a agredir.
Partiendo del imperativo de la actualidad y de la revolución en desarrollo, el CC del
Partido presenta la nueva línea estratégica consistente en impulsar paralelamente la construcción económica y la
de las fuerzas armadas nucleares.
Con ese lineamiento pretendemos consolidar al máximo la capacidad defensiva del país
mediante el desarrollo de las fuerzas nucleares que nos había heredado el gran General
Esto deviene también un requisito indispensable de la actual situación.
Nuestro intento de concentrarnos en la construcción económica, basándonos en la fuerza de
disuasión de guerra para la propia defensa que nos habían preparado los grandes Generalísimos a costa de toda su
vida, de modo que el pueblo goce de todas las riquezas del régimen socialista sin necesidad de apretar el cinturón
por más tiempo, afronta una gran dificultad.
Al cuestionar nuestro lanzamiento de un satélite con fines pacíficos en diciembre pasado,
Estados Unidos y sus seguidores inventaron descaradamente una “resolución de sanciones” del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, lo cual constituye un flagrante acto de hostilidad que califica de ilegal el
legítimo derecho de un Estado soberano a lanzar los satélites.
Ante la situación creada, no nos quedó más remedio que proceder a la tercera prueba
nuclear subterránea para nuestra propia defensa, como parte de nuestras contramedidas reales para salvaguardar la
soberanía y la seguridad de la nación.
Esta medida incitó el delirio de Norteamérica y otras fuerzas hostiles que, mientras
fabricaban otra “resolución de sanciones” de mayor intensidad, movilizaron un gran número de fuerzas
agresivas a los ejercicios militares conjuntos “Key Resolve” y “Foal Eagle” con el
objetivo de desencadenar una conflagración nuclear.
Nuestros militares y la población en general, aglutinados compactamente en torno al CC
del Partido, se han alzado como un solo hombre en la confrontación total con los yanquis, dispuestos a responder a
la guerra agresiva con una justiciera contienda para la reunificación nacional. Que el enemigo, presa de pánico
ante nuestra reacción aun más intransigente, no sepa qué hacer ni se atreva a provocarnos, no significa que haya
abandonado su ambición de sofocar a nuestra República.
Nuestro empeño de carácter pacífico por construir la economía y mejorar la vida del
pueblo lleva aparejada una cruenta lucha con el enemigo. Será duradera la intentona estadounidense de ahorcarnos
con sanciones y acoso, privarnos de la capacidad de disuasión nuclear y derrocar nuestro sistema socialista.
Nuestros medios de disuasión nuclear, caracterizados por su pequeño tamaño, poco peso y
gran diversidad, provocan un miedo pánico a Norteamérica. Esta, consciente de que la prosperidad económica de
nuestra República, poseedora de armas nucleares, significa el fin de su política de hostilidad, acude a todos los
intentos desesperados.
Si esa política se vuelve más aviesa últimamente, se debe a que EE.UU. ha trasladado a la
región de Asia-Pacífico el foco estratégico para su hegemonía del mundo y apunta a nuestra República como su
primer blanco de ataque.
Es por tal razón que ese país agrava la tensión de manera artificial, cuestionando sin
ningún fundamento el lanzamiento de nuestro satélite con fines pacíficos y, con este pretexto introduce a
numerosas fuerzas agresivas para sus interminables simulacros conjuntos de gran envergadura. Su objetivo radica en
recurrir a todos los medios y métodos para lograr nuestro desarme nuclear y el derrocamiento de nuestro régimen.
Los trágicos acontecimientos acaecidos recientemente en varios países nos enseñan que una
nación débil no puede preservar su soberanía y dignidad ni garantizar su felicidad y prosperidad.
No olvidemos jamás las lecciones que nos dan algunos países de la Península Balcánica y
del Medio Oriente que, ilusionados con las potencias, no pensaron en disponer de una poderosa capacidad de defensa
propia, se dejaron llevar por la presión y la tentación del imperialismo hasta que renunciaron a los medios de
disuasión de guerra con que contaban y se convirtieron en víctimas de la agresión.
Hoy el enemigo, mientras nos amenaza diciendo que el progreso económico es imposible sin
la renuncia de los artefactos nucleares, nos seduce con la promesa de ayudarnos a vivir holgadamente si optamos
por una nueva alternativa.
Sus artimañas hacen más firme nuestra determinación de empuñar más firmemente nuestros
eficaces medios nucleares y desbrozar el camino hacia el fortalecimiento y la prosperidad.
Impulsar simultáneamente la construcción económica y la de las fuerzas nucleares deviene
hoy una demanda legítima de nuestra revolución en desarrollo.
La causa revolucionaria del Songun (prioridad de los asuntos militares –N.T.), a la cual
habían consagrado toda su inapreciable vida los grandes Generalísimos, acoge hoy una nueva era de cambios
históricos.
Nos corresponde consolidar por todos los medios el poderío del Songun y, apoyándonos en
él, levantar a toda costa la mayor potencia y un paraíso donde el pueblo lleve una vida envidiable. Nuestro
Partido se mantiene firme en su decisión de procurarle a nuestro pueblo, que lo ha seguido invariablemente
venciendo todas las pruebas, la mayor felicidad y comodidades del mundo, en virtud del Songun.
Solo con el respaldo de potentes fuerzas militares y nucleares podemos esperar éxitos de
nuestro empeño por el progreso económico y el mejoramiento de la vida del pueblo. Nos compete sincronizar la
defensa de la patria y la edificación de una potencia económica con el mismo espíritu con que exploramos el cosmos
y con el mismo ímpetu con que efectuamos exitosamente la prueba nuclear de alto nivel, para así asegurar sin falta
el bienestar del pueblo y la prosperidad de la potencia Paektusan.
Construir a la vez la economía y las fuerzas nucleares es una demanda apremiante para
rechazar categóricamente la dominación e injerencia de las fuerzas foráneas y lograr cuanto antes la histórica
causa de la reintegración, el más vehemente deseo de la nación. Nuestras fuerzas nucleares devienen un inestimable
acervo de toda la nación, eterna garantía del florecimiento de la patria reunificada.
Nuestro lineamiento estratégico es justo, pues permite elevar considerablemente nuestra
capacidad de disuasión de guerra y dar mayor acicate a la construcción económica, factores que coadyuvan a lograr
de modo brillante la causa de la construcción de un Estado socialista poderoso y próspero.
Nuestros artefactos nucleares constituyen fidedignas fuerzas de disuasión de guerra que
aseguran la defensa de la soberanía. A lo largo de casi siete décadas tras la aparición de las armas nucleares, el
mundo estuvo sometido a un largo período de la guerra fría y ha experimentado grandes y pequeños conflictos en sus
distintas latitudes, siendo los países poseedores de armas nucleares los únicos que no han sufrido agresiones
militares.
Si uno es capaz de asestar con sus artefactos nucleares los golpes precisos a los
agresores y a sus bases, estén donde estén, nadie se atreve a atacarlo. Cuanto mayor y eficiente sea su capacidad
de golpe nuclear, tanto mayor es su capacidad de frenar la agresión enemiga.
En nuestro caso, nos atañe consolidar cuantitativa y cualitativamente las fuerzas
nucleares, porque nuestro rival es Estados Unidos que posee más armas nucleares que cualquier otra nación del
mundo y también porque él nos mantiene bajo un constante chantaje nuclear. Tanto la paz como la prosperidad y el
bienestar del pueblo descansan sobre las potentes fuerzas nucleares.
El lineamiento estratégico se ajusta a la realidad, pues optimiza los efectos en el
progreso económico y el fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional, conforme a las condiciones del país.
Lo que quieren Estados Unidos y sus seguidores es vernos involucrados en la carrera
armamentista y entorpecer por todos los medios nuestros esfuerzos para la construcción de la potencia económica y
el mejoramiento de la vida del pueblo. El lineamiento del Partido nos permite elevar la capacidad de defensa con
pocos gastos, sin necesidad de incrementarlos, y también poner gran empeño en la edificación económica y en elevar
el nivel de vida de la población.
Contamos con una fuerte industria de energía atómica, creada por la visión de largo
alcance, destacada guía y gran coraje de los grandes Generalísimos, y con abundantes recursos de uranio.
La ya referida línea es apropiada por garantizar el fortalecimiento de las fuerzas
nucleares y al mismo tiempo solucionar el acucioso problema de la electricidad, apoyándonos en nuestra propia
industria de energía atómica. También es justa, pues nos permite enfrentar con iniciativa la situación creada y a
su vez materializar satisfactoriamente el proyecto y el propósito de nuestro Partido de procurarle al pueblo una
vida dichosa, libre de toda preocupación.
Es la continuidad y la profundización de la línea de impulsar paralelamente la economía y
la defensa nacional, presentada por elgranLíder
Fue en la V sesión plenaria del IV período del CC del Partido efectuada en diciembre de
1962 cuando el gran Líder presentó dicho original lineamiento y lanzó la consigna revolucionaria ¡Con el fusil en
una mano y la hoz o el martillo en la otra! Gracias a él, quien dilucidó esa línea y posibilitó crear nuestra
propia economía nacional y capacidad de defensa, hemos podido defender firmemente las conquistas de la revolución,
incólumes en medio de la vorágine que trajo como resultado el derrumbe del bloque socialista.
Por su parte, el gran General, eminente político del Songun, cosechó consecutivas
victorias en el encarnizado enfrentamiento nuclear con los estadounidenses y de esta manera logró la gran causa de
la posesión de armas nucleares, defendió el socialismo del Juche y echó sólidos cimientos para saltar hacia un
Estado poderoso y próspero.
Hoy podemos frustrar resueltamente las siniestras maniobras de EE.UU. y sus seguidores
encaminadas a aislar y sofocar a nuestra República y hacemos todo lo que nos proponemos según nuestra convicción,
voluntad y decisión, lo cual se debe a la potente capacidad de disuasión nuclear de la que nos habían dotado los
grandes Generalísimos a la largo de toda su existencia. Su proeza de haber enaltecido ante el mundo a nuestro país
como poseedor de armas nucleares quedará registrada eternamente en los anales de la historia nacional.
El lineamiento del Partido, consistente en consolidar aun más la capacidad de defensa
nacional con las fuerzas nucleares como pilar e impulsar la construcción de una potencia económica, es un remedio
eficaz que permite acelerar la edificación de un Estado socialista poderoso y próspero y anticipar la
reunificación nacional y una bandera con la que defenderemos fidedignamente, generación tras generación, la
soberanía y la dignidad de la nación.
Refleja la firme voluntad de nuestro Partido de llevar a feliz término la causa
revolucionaria del Juche, siguiendo por el camino de la independencia, del Songun y del socialismo que habían
emprendido y continuado los grandes Generalísimos.
Nos atañe tomarlo firmemente en nuestras manos y materializarlo al pie de la letra.
Acelerar la construcción de una potencia económica y mejorar de modo trascendental la
vida de la población es la tarea más importante y apremiante que asume el Partido.
Levantar una potencia económica en el amado suelo patrio y procurarle al pueblo una vida
acomodada y envidiable fue el sueño de toda la vida del gran General. Debemos impulsar la construcción de una
potencia económica y elevar lo más pronto posible el nivel de vida de la población, tal y como deseaba el General.
El éxito o el fracaso en la construcción de una potencia económica se deciden ante todo
por la reactivación del sector priorizado de la economía nacional y la industria básica. Solo cuando las
industrias eléctrica, carbonífera y metalúrgica y el transporte ferroviario lleven la delantera, es posible
reavivar y hacer avanzar el conjunto de la economía nacional. Como precursores de la construcción de la potencia
económica, el sector priorizado de la economía nacional y la industria básica abrirán la brecha para la victoria
en la actual marcha del gran auge.
Hay que registrar nuevos cambios en la agricultura y la industria ligera, renglones
principales para la construcción de la potencia económica.
Es menester aumentar las inversiones estatales en la agricultura, aplicar los logros
científicos y técnicos en la producción agrícola según las exigencias del método de cultivo autóctono y alcanzar
sin falta la meta de la producción cerealera, definida por el Partido.
En el sector de la industria ligera, en fiel acato al llamado del Partido de hacer
resonar un gran cañonazo que aliente el gran avance para el mejoramiento de la vida de la población, pondrán las
fábricas en pleno funcionamiento y producirán más artículos de calidad y de gran demanda para el consumo masivo.
Hemos de reavivar la llamarada de la revolución industrial en la nueva centuria, adaptar
aun más a nuestra realidad la economía nacional y modernizarla, convirtiéndola en la de conocimientos.
En la época actual en que la altura y la velocidad del desarrollo de la economía y la
sociedad se determinan por las ciencias y la tecnología, la potencia que pretendemos construir debe caracterizarse
por una economía de conocimientos que tenga como fuerza motriz las ciencias y la tecnología.
Debemos resolver las materias primas, el combustible y otros materiales que se requieren
imperiosamente para la edificación de la potencia económica apoyándonos en nuestros recursos y tecnologías. En
especial, tenemos que poner gran empeño en adecuar a la realidad de nuestro país las industrias básicas como la
metalúrgica y la química.
En todas las ramas de la economía nacional crearán grupos de desarrollo de nuevas
tecnologías y combinarán orgánicamente las ciencias y tecnología y la economía, para remodelar las fábricas y
empresas con modernas tecnologías.
Además, es preciso prestar debida atención a la cosmonáutica para diseñar y lanzar más
satélites prácticos como el de telecomunicación.
Con miras a registrar un viraje en la edificación de una potencia económica es necesario
renovar la dirección y la administración de la economía.
El Consejo de Ministros y los órganos económicos estatales trazarán viables estrategias
de desarrollo y planes por renglones y por etapas, los cumplirán al pie de la letra y se esmerarán en la
organización y dirección de la producción dirigidas a cobrar un gran auge aprovechando eficientemente la base
económica ya preparada.
Se hace necesario estudiar y perfeccionar un autóctono método de administración económica
con arreglo a la exigencia de la realidad en desarrollo.
Sustentado en la idea Juche, debería ser método de administración empresarial con
carácter socialista que defienda con firmeza la propiedad socialista de los medios de producción y promueva que
todas las empresas, bajo la única dirección del Estado, hagan sus gestiones de manera independiente y creadora,
para que las masas cumplan con su responsabilidad y papel como dueñas de la producción y la administración.
Es indispensable imprimir el carácter multilateral del comercio exterior y diversificarlo
para poder neutralizar las sanciones y el bloqueo de las fuerzas hostiles y abrirle una fase favorable a la
construcción de la potencia económica.
Las regiones de Wonsan y del monte Chilbo y otros lugares del país serán acondicionados
apropiadamente como atractivas y animadas zonas turísticas, en tanto que en las provincias crearán zonas de
desarrollo económico que se ajusten a sus condiciones y las fomentarán de modo singular.
Mientras continúe la amenaza nuclear del imperialismo, debemos mantener como línea
invariable la construcción de las fuerzas nucleares, junto con la económica, y elevar por todos los medios la
capacidad de disuasión nuclear.
Esta deviene un justiciero medio para defender la soberanía nacional, prevenir la guerra
y preservar la paz. Dotados de su gran capacidad, no tenemos por qué temer el ataque del enemigo, por muy numeroso
que sea, y nos entregaremos tranquilamente a la construcción económica y el fomento del bienestar del pueblo.
El sector de la industria de defensa nacional dará otro paso gigantesco en su empeño por
hacer de nuestro país una potencia nuclear sin rival.
Fabricará más armas nucleares de gran precisión y reducido tamaño y medios de su
transportación y renovará constantemente la tecnología para hacerlas más poderosas y perfectas.
Modernizar la industria de energía atómica y asentarla sobre una base científica
constituye el requisito elemental para obtener mayor cantidad de sustancias nucleares, elevar la calidad de los
productos y llevar a una fase superior las actividades encaminadas a hacerlos más pequeños y ligeros. En el sector
harán tesoneros esfuerzos para superar a otros en el desarrollo de la tecnología de punta, introduciendo el CNC
(control numérico computarizado –N.T) en los equipos y procesos y automatizándolos por completo.
Nos compete introducir en la industria de energía atómica los más avanzados logros
científicos y técnicos de acuerdo con la exigencia de la nueva centuria y desarrollar una independiente industria
de energía nuclear para solventar el acucioso problema de electricidad del país.
Al Ejército Popular le incumbe elevar el papel principal de las fuerzas nucleares en
todos los aspectos de las estrategias para la disuasión y la ejecución de la guerra y perfeccionar de continuo los
preparativos de dichas fuerzas para el combate.
Nos proponemos preceptuar como ley la tarea de elevar constantemente la capacidad de
disuasión nuclear, legado del gran General.
Urge desarrollar con iniciativa las actividades con el exterior con vistas a crear
circunstancias favorables a la puesta en práctica de la línea de simultanear la construcción económica y la de las
fuerzas nucleares.
Al desplegarlas con coraje en función de la dignidad y el poderío de la potencia nuclear,
velaremos por la imagen internacional de nuestro Partido, seguiremos manteniendo una posición independiente y
crearemos en el exterior condiciones y circunstancias que coadyuven a impulsar la construcción de un Estado
poderoso y próspero.
Desarrollarán con iniciativa las actividades exteriores para desenmascarar el carácter
reaccionario e injusto de la política estadounidense de hostilidad a la RPD de Corea, factor principal que nos
empuja a consolidar las fuerzas nucleares, y divulgar la justa opción y línea que adoptamos irremediablemente,
engrosando las filas de los que apoyan y simpatizan con nuestra causa.
Como poseedor de armas nucleares consciente de su responsabilidad, nuestro país
contribuirá a la desnuclearización del mundo con su activo esfuerzo por la paz y seguridad de Asia y el resto del
planeta y cumpliendo con honradez su deber de la no proliferación nuclear que ha asumido ante la comunidad
internacional.
Todos los funcionarios, miembros del Partido y demás trabajadores, con la firme fe en la
victoria y el espíritu de materializar a ultranza la línea del Partido de desarrollar simultáneamente la
construcción económica y la de las fuerzas armadas nucleares, se esforzarán denodadamente para cumplir esta tarea
y anticiparán el día de la edificación de un Estado socialista poderoso y próspero.
Luchar con mayor resolución, por muy compleja que sea la situación y muy difícil que sea
la tarea, fiel a su opción y convencido de la justeza y la victoria de su causa, es el temperamento revolucionario
y la tradición de lucha de los militares y ciudadanos coreanos, educados por los grandes Generalísimos.
Todos, unidos herméticamente en torno al Comité Central del Partido, anticipemos la
victoria final impulsando simultánea y enérgicamente la construcción económica y la de las fuerzas nucleares
conforme a las exigencias de la situación actual y de la revolución en desarrollo.